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El Leopoldina Rosa, o cuando los vascos éramos los que viajábamos en patera.

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  Muy a menudo me toca oír a analfabetos funcionales poner a parir a la gente que huye del hambre y de los conflictos de sus países de origen, olvidando que todo Europa ha sido tierra de emigrantes, y no hace tanto tiempo de ello. ¿De qué huyen los africanos que se meten en una patera en pleno siglo XXI? De guerras y hambre, principalmente. ¿De qué huíamos los vascos del siglo XIX? Pues de guerras y hambre, principalmente.  Detallemos. 1842. En el país vasco continental, eso que hoy día llamamos “Iparralde” o “país vasco-francés” se está en plena “monarquía de julio”. Ha quedado atrás (de momento) la revolución francesa, y todo lo que trajo consigo, incluidas varias guerras, el mandato de Napoleón Bonaparte... El Rey es Luis Felipe de Orleans, que con el tiempo sería el último Rey de Francia (aunque luego reinaría Napoleón III con el título de emperador). Pero más allá del boato de las monarquías y de los grandes nombres, ¿cómo vivía el pueblo? Pues lo veremos en un detalle esclar

Una mirada atrás antes de iniciar una nueva época.

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  Se dan circunstancias que me hacen mirar atrás, a mi carrera al completo. He pasado por muchos barcos a lo largo de ella, y me apetece hablar un poco de todos ellos, enumerándolos. Agárrense los machos, que viene rollo largo. El primero de ellos fue el ITXAS EDER. Barco viejo, obsoleto ya entonces. Pescaba muy poco, en parte porque el barco era un desastre, en parte porque no había un equipo humano competente. En ese barco viví algunas cosas que hoy día veo como absurdas (el armador despidiendo al patrón delante de toda la tripulación, el cocinero pegándose a hostias con el camarero, el armador discutiendo a gritos con un tripulante que había pedido el finiquito para irse y no volver). Con ese ambiente es lógico que allí hubiese demasiada gente que hacía su 1ª campaña, y la última. El que valía, se iba. Yo no era entonces un tripulante competente, pero tampoco hice una segunda campaña. Así pues, volé, y volé muy lejos. Concretamente, volé al Pacífico, a Ecuador. Allí embarqué en